Tu sonrisa era como un capricho del cielo, una jugada sucia del destino.
Estremenciéndose llega hasta mi un susurro que intento no oír pero que sin embargo escucho.
Suena en algún lugar, todo el ruido de lo que espera. Y mientras, las estrellas bailan.
Y aunque es de noche y el tiempo apura al sol, aunque es temprano y nadie quiere ver.
El invierno se fue y ya no quedan excusas para buscar abrigo.
Solo el deseo de unos labios y un principio.
Eso, y nada más.
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