Firmaré todo el mundo, cada pared,
espacio en blanco y en negro,
cada trozo de uniforme virginidad lo pervertiré con las letras de mi nombre,
lo manchare por las letras de mi nombre.
Volveré todos los lugares templo de invocación,
profanos altares que me convoquen.
Escribiré en todos los lugares,
teniendo cuidado de hacerlo siempre distinto,
procurando perder en cada movimiento la singularidad de mi trazo.
Por mi mano aparecerá,
se multiplicará tantas veces mi nombre que en algún momento
ya no será mio, será de todos los que se llamen como yo,
y más tarde de todos los que no se llamen así.
Perderé la identidad por mi nombre, el de todos,
el de ninguno, el de nadie.
Y mientras se repita será la insistencia de lo que no tiene cara,
ni voz, ni cuerpo,
pero yo sí lo tengo.
Y como lo tengo firmaré todo el mundo,
repetiré mi firma hasta perderme,
para ganar la locura
de dejar de ser siendo
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