Lo que hace atractiva a una historia no es lo que se cuenta, sino como se cuenta...

25 ago 2014

Que me arranquen las manos, pero nunca los sueños

Hace algunos días escuché una entrevista que le realizaron hace un año al presidente de la República Oriental del Uruguay en la cual explicaba su concepción acerca de la revolución, el socialismo y como gobernar un estado en el contexto de un mundo capitalista.
Varias declaraciones de Mujica me sorprendieron, varias posturas que no esperaba escuchar de un presidente que claramente tiene una postura de izquierda y sin embargo se esgrimieron como argumentos casi en favor del mercado. Lo sorprendente es que un hombre que perteneció a la izquierda revolucionaria de su país y que lucho contra el golpe de estado diga las cosas que dice y justifique las medidas que justifica siendo presidente.
Todo eso me quedó dando vueltas en la cabeza junto con una sensación de desencanto acerca de algunas cosas que pensaba sobre la izquierda como manera de encarar la vida y el tiempo, sobre la militancia a lo largo de los años, sobre los ideales y la revolución. Y me dí cuenta de que nada me provoca mas lastima y miedo que un revolucionario derrotado, nada me provoca mas angustia en el sentido político de la palabra que esas personas, ni el traidor, ni el aburguesado, ni el fanático, ninguno de esos me provoca tantos sentimientos encontrados como el revolucionario derrotado. Porque el revolucionario derrotado no se cansó de sus ideales, ni prefirió cambiarlos por otros mas redituables, sino que sostiene sus ideas pero se encuentran completamente cansados de pelear por ellas, no están dispuestos a claudicar a las mismas y sin embargo están convencidos de que son una utopía irrealizable porque su vida entera es un testimonio de ello, durante toda su vida lo convencieron de que cada cosa que hizo resulto ser una derrota, que no pudo acercarse ni un poco a su idea de un estado socialista.
Es comprensible que después de estar 13 años en prisión cualquiera puede replantearse algunas cosas, de hecho es valido que aun sin pasar por ese tipo de situaciones límite uno modifique su manera de pensar las cosas y el mundo, el problema para mi aparece cuando en vez de cambiarlas se las sostiene pero sin ninguna convicción de que aquello se pueda realizar. Si uno se pone a pensar es algo realmente triste el resignar los ideales de una vida por creer que el mundo no va a cambiar de ninguna forma, que no podemos hacer nada y lo único que nos queda es procurar hacer lo menos miserable posible la vida de los miserables, pensar que solo podemos hacer que todo este un poco menos mal pero nunca bien. Porque era eso lo que me producía escuchar a Mujica, el sentir como a través de su experiencia yo podía sentir la tristeza profunda de haber comprobado que las revoluciones no terminan bien.

En algún sentido fue desolador, pero por otro me sirvió para pensar en los riegos que implica el asumir la defensa de un ideal, de las consecuencias que uno debe asumir al hacerlo, de las cosas que uno debe resignar para perseguir ese sueño, todo lo que implica el asumirse a uno mismo como un revolucionario de izquierda, sin dudas el mayor riesgo que se corre es el de quedarse sin esperanzas, Y creo que no existe cosa mas terrible para alguien que el quedar completamente despojado de las esperanzas que sostenían cada una de sus acciones.



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