Me resulta cómico escuchar a esa gente que se queja de la
ideología en la política, es decir que se queja de la ideología en la vida,
porque siempre esgrimen el argumento de que aquellos que hablan desde una
postura determinada están abordando el problema desde una perspectiva
especifica. O sea que para esa gente repetir una obviedad es desarticular al
interlocutor, porque todos sabemos que se habla desde un lugar, o al menos
deberíamos saberlo. Lo gracioso de la cosa está en que SIEMPRE y repito SIEMPRE
se esta hablando desde un lugar, lo que pasa es que la gente tiene la estúpida lógica
de pensar que es posible hablar sobre un tema sin sentar posiciones al
respecto, es la universalización de la falacia del periodismo independiente. La
pregunta a eso sería ¿independiente de qué? De la ideología del dueño del medio
para el cual laburas no, del partido para el cual escribís tampoco, de la
multinacional para la cual argumentas menos, de la iglesia cuya fe profesas
lamento decirte que no. Cada vez que una persona opina sobre algún tema lo hace
desde un lugar ideológico, muchas veces ignorándolo completamente. Eso es lo
peligroso.
En los 90’ presenciamos el desprestigio absoluto al discurso
ideológico, con dólares baratos y televisión basura masiva, con un gobierno que
jamás habló de nada relevante y que cuando enunciaba algo solamente decía
estupideces, y muchas veces las hacía. Con las voces disidentes silenciadas
bajo cataratas de publicidades que nos querían convencer a toda costa de que lo
importante en la vida era pasarla bien mientras se pudiera. Todo se volvía
flexible bajo la máscara plástica de una posmodernidad repleta de basura de
mala calidad a precios de oferta sosteniendo una vida de cartón a costa de
millones de personas en la miseria más absoluta. Pero no estábamos influenciados
por la malvada ideología, que imbecilidad.
En los últimos 10 años presenciamos el fenómeno político del
Kirchnerismo que tomó la cuestión de la discusión que se generó luego del
estallido político que significo el nefasto gobierno de la alianza y empezó a
hablar desde un lugar que no se desentendía de lo ideológico, lo condimento con
premisas progresista, recogió ciertos reclamos sociales y se apropió de esas
conquistas como si desde el 2003 para acá solamente hubiese existido una fuerza
política que luchase por los derechos de los postergados. Somos parte de una
época que se construye en torno a discursos de tinte progresista que se
embarcan en el relato épico de una historia que no tiene orígenes más que el
pasado cercano, que se desentiende de las historias particulares de quienes
forman parte de la heroica pelea contra los “poderes cocentrados” pintando al
kirchnerismo como un partido político compuesto por abnegados defensores de la
causas de lo Nacional y Popular, eso sí, sin definir hasta el final que es lo
Nacional, que es lo Popular. Porque si nos detenemos en los detalles del
relato, está todo mal contado, es todo bastante falso.
Asistimos a la reformulación de la hipocresía en clave progresista.
Entonces hablamos de derechos de las mujeres que se mueren todos los días por
abortos y violencia de género. Entonces le gritamos fachos a los periodistas
derechosos que pueblan los medios inventando estupideces sobre las drogas,
posamos de progres un rato con un porro en la mano pero bancamos al gobierno
que hace negocios con los narcos y les recibe plata para sus campañas, mientras
los perejiles siguen cayendo en cana por tener 2 gramos de marihuana en los
bolsillos. O cuando puteamos a los curas pedófilos y nos escandalizamos con eso
pero lo bancamos a Bergoglio porque es un Papa peronista y del pueblo, aunque
siga siendo el Papa de la misma iglesia que fue cómplice de la dictadura. O te
quejas de la oligarquía nacional mientras tus dirigentes políticos, esos fieros
guerreros de Nestor y Cristina se vuelven empresarios millonarios, pero los laburantes
la siguen pasando mal. Porque estar mejor que antes no significa estar bien.
Hoy tenemos ideología, la están por empezar a vender en los
supermercados. Ya la tenemos empaquetadita, con un manual de instrucciones y
todo. Hasta nos van a vender ideología libre de ideología para que hasta el más
inconformista pueda comprarla. Porque en algún punto era estúpido seguir
sosteniendo que la ideología está demodé, que las antinomias ya fueron y que lo
que queda es hacer y pensar en el presente. Ojo que todo se transforma y vuelve
como mercancía y a lo mejor mañana la ideología de pensar que no hay ideología
vuelve a estar de moda, como las barbas ahora.
El chiste en todo esto está en darse cuenta que cuando hablamos estamos
hablando desde un lugar, para poder elegir al menos desde que lugar se está
hablando y ser un poquito menos hipócrita. Eso si, elegir no nos exime de la
responsabilidad que implicar sostener esa posición, porque si bancas a un
genocida, por más pañuelo blanco que haya al lado, estás bancando a un genocida
1 comentario:
creo que es lo más lógico y racional que leí en mucho tiempo
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