A veces sentía el impulso de conseguir un arma, despojarse de todas esas cosas que le molestaban de si mismo y jalar el gatillo, ¡Bum!. En parte para saber que pasaba después, en parte porque quizás ya lo sabía desde antes.
Disfrutaba a veces del sol, no demasiado, por eso es que prefería las tardes cuando todo quedaba en penumbras irremediablemente, pero siempre despacio y con calma.
Tenia las manos frías después de haber lavado no recordaba bien que cosa, pero le sorprendía aquello de sentir sus manos como en otoño.
La mañana era completamente corriente, el sol, el viento, la humedad, el calor que llegaba y se instalaba, las cosas por hacer que no haría tampoco hoy, ni mañana.
De a ratos piensa en algunas cosas que le gustarían, un beso, un pasaje hacia otro lugar, poder estar solo y lejos un tiempo. Las cosas no funcionan como queremos a veces ( o casi nunca) y eso el lo sabía bien, muy bien. Pero no le preocupaba demasiado, porque sabía también que algo se podía hacer con eso.
O al menos intentarlo.
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