No es necesario explicar de que va la cosa mas allá de decir que todo esto fue escrito en la misma tarde y de alguna manera para mí tiene una continuidad que me es difícil explicar.
Aquello era una manera completamente particular de ser, nada de lo que pasaba modificaba demasiado lo que era de esa manera tan particular.
No siempre se consigue lo que se busca, el truco entonces está en encontrar lo que no se estaba buscando porque es eso lo que muchas veces se necesita.
Parece que todo está perdido, al menos en apariencia, pero si nos tomamos el trabajo de prescindir de ello quizás encontremos lo que buscábamos.
Aquel color gris del cielo que resultaba tan pesado a mis ojos no era otra cosa que una fortuita casualidad, las nubes seguían siendo mas livianas que el aire y el viento las arrastraba sin esfuerzo hacia donde quería. No se trataba de algo milagroso, al menos no en el sentido vulgar de la palabra pero si en términos metafísicos quizás, porque después de todo, lo cotidiano por mas reiterativo que se presente siempre encierra algo nuevo. Es la resignificación constante del presente en clave humana, la duda, es decir aquello que necesariamente motoriza en el sentido filosófico de la cuestión el progreso humano, siempre tiene como condición necesaria la maravilla frente a lo cotidiano, de otra manera me resulta imposible explicar la posibilidad humana de conocer.
Puede que resulte extraño encontrar novedad en las cosas que se ven todos los días y a pesar de que el cielo siempre es el mismo, el sol no sale todos los días por el mismo lugar.
Fueron muchos los años que tuvieron que pasar pera que al fin algunos, el menos ellos, entendieran que lo que importa realmente después de todo es ser libre. pero no se trata de eso el existir hoy, debería pero no, sino que consiste en no someterse constantemente, sobre todo no someterse a creer que la desigualdad es una consecuencia necesaria de la vida en sociedad porque, si eso fuera cierto, entonces la facultad de razonar solo sería un error y nada más que eso.
Hacia abajo siempre, abajo.
Nunca sintió una particular inclinación hacia nada y casi todas las cosas le sorprendían y aburrían en igual medida, eligió como postura filosófica aquella manera de ser en el mundo por dos razones, la primera de ellas era que después de todo parecía estar en su naturaleza aquello, en segundo lugar esa forma tan particular de encuentro con el mundo le permitía el descubrir constantemente cosas nuevas. El experimentar siempre que algo le llamaba la atención una satisfacción inmensa, no se trataba de un placer narcisista y vanidoso sino de una alegría infantil, la de la sorpresa por solo ser sorpresa.
El deseo es siempre aquello que vuelve, de alguna u otra manera puja por aparecer, por ser consciente . Las formas en las que lo hace poco me importan, como poco me importa el conocer cuales son las notas exactas de una canción que me gusta.
Muchas veces la brisa no tiene nada en absoluto de sutil, irrumpe en alguna habitación desde donde sea y juega con aquello que puede levantar. No existe sentido ni
propósito, buscarlos sería inútil simplemente se trata del azar y nada más, casi como el hecho de que me encanten tus labios.
Creer en el destino siempre me resultó algo absurdo, y en algún sentido completamente desalentador. En primer lugar porque si tal cosa existiese entonces nada de lo que yo hiciese lo modificaría y por lo tanto mi existencia solo sería una consecuencia de la voluntad e alguien más, algo horrible sin dudas.
La tierra estaba húmeda y se sentía el frío lo cual hacía que el día no fuese ideal, al menos no lo era para estar afuera, sobre todo porque el sol faltaba. Había demasiadas nubes entre él y el sol, y por lo tanto la humedad y el fío solamente lo acompañaban.
Pausa, la de los días grises de frío.
Esa que provoca detenerse el tiempo necesario para no hacer nada.
No lleve y sin embargo se respira la lluvia.
Nada está quieto porque el viento se mueve.
Y de todos modos se respira calma, a pesar de que la tormenta ya está en el cielo.