El agua recorría las figuras apiladas, como si escapase de esos cuerpos, de esas cosas. El agua implacablemente buscaba ir hacia abajo, hacia la profundidad de aquellas cosas todas juntas y desordenadas. Las gotas de a ratos se volvían minúsculos hilos, pequeñas serpientes que se escabullían hasta toparse con un obstáculo. Allí se partían y eran gotas de nuevo, siempre hacia abajo.
Algunas veces algunas de ellas se encontraban frente a un borde y se balanceaban un largo rato, luego sin más se arrojaban al vacío.
El agua, las miles de gotas de agua, recorría las figuras apiladas buscando ir hacia abajo, hacia la profundidad de aquellas cosas todas juntas, desordenadas.
Algunas veces algunas de ellas se encontraban frente a un borde y se balanceaban un largo rato, luego sin más se arrojaban al vacío.
El agua, las miles de gotas de agua, recorría las figuras apiladas buscando ir hacia abajo, hacia la profundidad de aquellas cosas todas juntas, desordenadas.