Lo que hace atractiva a una historia no es lo que se cuenta, sino como se cuenta...

25 ago 2014

Sobre el sentirse implicado, al menos un poco

A continuación el texto
:”Las galerías del barrio de flores”, de Selva Almada.
Nunca llega la luz del día. La iluminación es sucia, pobre, irreal. Las galerías del barrio de Flores no son una invitación al consumo ni al paseo, pero de vez en cuando entro. Los empleados de los locales siempre están fumando en la puerta y aunque están casi pegados uno de otros, no se miran ni hablan entre ellos. Son vecinos indiferentes, anestesiados. Como pasados de moda. Pienso en los empleados de los shoppings: jóvenes, alegres, corriendo por los pasillos para ir al baño y volver corriendo a su puesto de trabajo, llenos de energía, bien vestidos, contagiados de la música que atraviesa los tres o cuatro pisos del edificio. Si estos pudieran verlos, tal vez dirían: también fuimos modernos en los setenta, pero todo pasa.
Afuera llueve y me meto buscando refugio. Esta galería es enorme, tiene entrada por una calle y salida por otra. Si no fuese por el ruido de la lluvia, creo que se podría oír el sonido de mis pasos, de tan vacío que está todo: locales vacíos de clientes y algunos locales directamente vaciados. Ni cartel de alquiler tienen. Me da un poco de miedo tanto desierto, pero sigo adelante, subo escalones, doy vueltas, me detengo en las vidrieras fingiendo interés. Podrían matarme y hacerme desaparecer en el subsuelo. Este tipo de ideas se me cruzan por la mente, mientras ni despego los ojos de la mercadería del escaparate ni me decido a marcharme de allí lo más rápido posible.
En la parte inferior de una de las vidrieras se reproduce una especie de terrario, de esos que alguna vez todos hicimos en la escuela primaria. Sobre un piso verde, un pedazo de alfombra de plástico que imita a un fresco prado y delante de una pequeña pared pintada con arbolitos y plantas que no guardan la escala, corretea media docena de hámsters: no tienen ruedita, van y vienen de un lado a otro como locos maratonistas y cada tanto alguno se detiene y apoya su hociquito en el vidrio, olisqueando. Quizá sueña con roer el vidrio y escaparse. Aunque sería más efectivo que tomara envión y lo atravesara con su cuerpo, como esos perros de circo que pasan por un aro de fuego. No debe ser más grande que una pelota de tenis: quizás con el impulso suficiente lo conseguiría.
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Me pareció oportuno transcribir el texto completo, en primer lugar porque no lo encontré en internet para linkearlo, y en segundo lugar porque fue el texto completo el que me provocó escribir lo que voy a escribir ahora. Me produjo una suerte de enojo el texto, no por cómo está escrito, ni por lo que dice en sí mismo, podría ser un texto más en alguna revista que me pase completamente indiferente como cualquiera de esos pequeños textos con los que me encuentro en casa, pero no lo fue. No me pasó desapercibido por la idea que se presenta claramente antes de que el primer párrafo se termine, la idea de que moderno y joven son palabras que van de la mano, pero lo peor de todo es que cuando describe a los pibes que laburan en los shoppings explotados en jornadas ridículas a cambió de una paga que en la mayoría de los casos es miserable y sufriendo muchas veces el maltrato de empleadores y clientes, por no mencionar que muchas veces las mujeres que son empleadas se enfrentan con el machismo y la misoginia. Lo peor es que todo eso queda disfrazado en la descripción que se hace de los empleados como gente feliz y plena que desarrolla su trabajo sin ningún tipo de preocupación a diferencia, de los otros. Esos que trabajan en una galería que no es moderna, ellos que no son ya jóvenes y que son indiferentes y anestesiados.
A pesar de saber que estas cuestiones se interiorizan y pasan indiferentes para nosotros muchas veces, no deja de sorprenderme eso. Sobre todo porque nos impide reconocer que seguramente allí donde todo el sistema parece funcionar de maravilla y la modernidad y la industrialización consiguieron que nuestros problemas no sean la comida y la subsistencia sino que película en el cine y esas cosas, allí donde miles de luces nos señalan lo genial del progreso de la ciencia y la técnica nos olvidamos de que el costo para todo eso es la infelicidad, la infelicidad de miles de otros que trabajan siendo explotados y otros millones que directamente quedaron excluidos del mundo y viven en la marginalidad del mundo para que otros podamos enorgullecernos de las maravillas de los estados modernos. Eso es un poco lo que me pasó al leer ese pequeño relato.

Que me arranquen las manos, pero nunca los sueños

Hace algunos días escuché una entrevista que le realizaron hace un año al presidente de la República Oriental del Uruguay en la cual explicaba su concepción acerca de la revolución, el socialismo y como gobernar un estado en el contexto de un mundo capitalista.
Varias declaraciones de Mujica me sorprendieron, varias posturas que no esperaba escuchar de un presidente que claramente tiene una postura de izquierda y sin embargo se esgrimieron como argumentos casi en favor del mercado. Lo sorprendente es que un hombre que perteneció a la izquierda revolucionaria de su país y que lucho contra el golpe de estado diga las cosas que dice y justifique las medidas que justifica siendo presidente.
Todo eso me quedó dando vueltas en la cabeza junto con una sensación de desencanto acerca de algunas cosas que pensaba sobre la izquierda como manera de encarar la vida y el tiempo, sobre la militancia a lo largo de los años, sobre los ideales y la revolución. Y me dí cuenta de que nada me provoca mas lastima y miedo que un revolucionario derrotado, nada me provoca mas angustia en el sentido político de la palabra que esas personas, ni el traidor, ni el aburguesado, ni el fanático, ninguno de esos me provoca tantos sentimientos encontrados como el revolucionario derrotado. Porque el revolucionario derrotado no se cansó de sus ideales, ni prefirió cambiarlos por otros mas redituables, sino que sostiene sus ideas pero se encuentran completamente cansados de pelear por ellas, no están dispuestos a claudicar a las mismas y sin embargo están convencidos de que son una utopía irrealizable porque su vida entera es un testimonio de ello, durante toda su vida lo convencieron de que cada cosa que hizo resulto ser una derrota, que no pudo acercarse ni un poco a su idea de un estado socialista.
Es comprensible que después de estar 13 años en prisión cualquiera puede replantearse algunas cosas, de hecho es valido que aun sin pasar por ese tipo de situaciones límite uno modifique su manera de pensar las cosas y el mundo, el problema para mi aparece cuando en vez de cambiarlas se las sostiene pero sin ninguna convicción de que aquello se pueda realizar. Si uno se pone a pensar es algo realmente triste el resignar los ideales de una vida por creer que el mundo no va a cambiar de ninguna forma, que no podemos hacer nada y lo único que nos queda es procurar hacer lo menos miserable posible la vida de los miserables, pensar que solo podemos hacer que todo este un poco menos mal pero nunca bien. Porque era eso lo que me producía escuchar a Mujica, el sentir como a través de su experiencia yo podía sentir la tristeza profunda de haber comprobado que las revoluciones no terminan bien.

En algún sentido fue desolador, pero por otro me sirvió para pensar en los riegos que implica el asumir la defensa de un ideal, de las consecuencias que uno debe asumir al hacerlo, de las cosas que uno debe resignar para perseguir ese sueño, todo lo que implica el asumirse a uno mismo como un revolucionario de izquierda, sin dudas el mayor riesgo que se corre es el de quedarse sin esperanzas, Y creo que no existe cosa mas terrible para alguien que el quedar completamente despojado de las esperanzas que sostenían cada una de sus acciones.



Gente Como Uno

El mayor problema de la libertad es que no sabemos muy bien que hacer con ella, no sabemos hasta donde es bueno que ella exista, hasta donde está bien que la permitamos. El problema de la libertad es que es uno de esos tantos conceptos que inventamos pero que no podemos definir del todo, y como no podemos dar una definición completa de libertad nos quedamos con la que mejor no quede a nosotros, aunque eso implique el cercenar partes de libertad para otros. Otros que merecen ser libres al igual que Yo, que nací  varón, nací heterosexual, nací católico, nací clase media, entonces para mí es mas fácil decir que soy libre. Pero si hubiese nacido sin alguna de esas nomenclaturas, o si elijo hoy pensando que soy libre el renegar de alguna de ellas resulta que la libertad no lo era tanto.
Entonces la libertad es un problema si la quiero ejercer desde otro lugar, desde otra perspectiva, la libertad solo es tal si no le complico la vida al resto con mis elecciones. Lo gracioso de todo esto es que si yo fuese homosexual, transexual, bisexual, asexual, pan-sexual, travestí a nadie le cambiaría en nada, si yo fuese mujer a nadie le cambiaría en nada, si yo abortara siendo mujer a nadie le cambiaría en nada, si yo no quisiera bautizar a mis hijos a nadie le cambiaría en nada, pero a mi si. Porque si quisiera o fuera algo de todo eso las personas que no lo son es probable que no me dejaran ser libre, libre de elegir a quien meto en mi cama, que hago con mi cuerpo, en que quiero creer o no hacerlo, no puedo ser libre porque la libertad existe si no molestas, si no querés hacer algo distinto, si elegís una nena de pareja, si te haces cargo del embarazo…
Y el problema es que que haciendo lo que quiero hacer, lo que deseo hacer me estoy haciendo cargo, me hago cargo de ser heterosexual y para mi es fácil, pero si no de seguro que no lo sería, si fuese mujer tendría que luchar todos los días con los estereotipos, con el machismo, con la misoginia, con la desigualdad, con que me digan que es decente hacer y que no lo es, con que decidan que partes de mi cuerpo puedo cambiar y todo está bien y que partes de mi cuerpo tengo que soportar, que tengo que hacer con mi embarazo.
Todos aquellos que todos los días se levantan cargando con los prejuicios del resto se están haciendo cargo, se están haciendo cargo por vos, por mi, por esos que los señalan y los critican, el problema es que la sociedad es desigual en todas las direcciones y cuanto mas abajo nos vamos mas desigual.
Pensar que alguna vez escuché que vivimos en una sociedad de hombres libres, y que podemos ejercer nuestra libertad sin molestar a los demás, se olvidaron de decirme que los demás no son todos, solamente algunos.